War Room | Situation Room.
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“Las instituciones que operan a nivel internacional enfrentan un desafío en el manejo de lo público: naciones de todo el mundo promulgan una variedad cambiante y en constante evolución de legislación y regulación para proteger a los trabajadores, los consumidores, los inversores y el bienestar público y estas diversas reglas dan forma a lo que las organizaciones pueden y no pueden hacer… Además, en esta era de descontento populista no se confía en las organizaciones porque su papel en la configuración de las políticas públicas se ve a menudo comprada por dinero, moldeada por élites y centrada únicamente en intereses privados y no en intereses públicos”, afirma Benjamin Heineman, abogado y ex Vicepresidente de Asuntos Públicos de General Electric, actual profesor visitante de la Escuela de Derecho y Gobierno de la Universidad de Harvard.
“Para enfrentar este desafío, las organizaciones necesitan un enfoque estratégico, prospectivo y equilibrado de los asuntos públicos. Pero muchos carecen de ello, y adoptan tácticas defensivas, a corto plazo. Muy pocas organizaciones han tratado de hacer de un enfoque sistémico de las políticas públicas una dimensión importante de su postura global. Muy pocos han sido capaces de promover sus intereses privados de una manera que también promueva intereses públicos genuinos”, añade Heineman.
Las instituciones atraviesan, actualmente, una situación paradójica. Por un lado, son el principal motor de las transformaciones y de la innovación, aunque, por el otro, tienen que evolucionar hacia un nuevo liderazgo que, necesariamente, pueda alinear su misión con los valores y prioridades sociales de su entorno, tales como la pobreza, la desigualdad, la falta de recursos para educación, la infraestructura, la sanidad pública, la inclusión de las minorías y desafíos medioambientales crecientes. El foco estratégico está no sólo en los resultados institucionales –y en la empatía, el desarrollo de personas, el trabajo en equipo y la colaboración dentro de la propia organización–, sino también en los conflictos y los desafíos que atraviesa la sociedad en su conjunto.
La revolución digital desafía, adicionalmente, a los directivos que se encuentran en posiciones de influencia pública. Más allá de las responsabilidades de liderazgo con sus propios equipos, los lideres –sean de las organizaciones de la sociedad civil, del sector público o del sector privado– están expuestos a audiencias y públicos que están más allá los límites formales de la organización, lo cual demanda una mayor coherencia a sus acciones.